lunes, 5 de abril de 2010

La muerte de los cuatro delanteros



    Si queremos hablar de fechas concretas podemos decir que el viejo fútbol ultraofensivo murió el 29 de junio de 1958. Se enfrentaban Brasil, guiado magistralmente por Pelé, un garoto de 17 años que sorprendía al mundo, con el local Suecia, y ambos equipos paraban en cancha a cuatro delanteros. La única diferencia era que Brasil planteaba un mediocampo con dos números cinco mientras que el equipo sueco jugaba con tres defensores y tres volantes. Los nombres propios de esa final que tuvo siete goles fueron Garrincha, Vavá, Pelé y Zagallo, por el lado del Scratch, y Skoglund, Liedholm, Simonsson y Hamrin, por el lado de los nórdicos.

    Nunca más los dos equipos que disputaron una final de un Mundial de fútbol jugaron con una disposición táctica similar (Checoslovaquia sí lo hizo en Chile ´62 pero Brasil no). Paulatinamente el 4-2-4 o el 3-3-4 dio paso al 4-3-3, el sistema que reinaría en las Copas del Mundo hasta que un tal Carlos Salvador Bilardo se hiciera cargo de la dirección técnica del seleccionado argentino. Desde esa recordada final entre Suecia y Brasil, y la de 1986, todos los campeones jugaron con el 4-3-3. Y todos los segundos también lo hicieron (con excepción del mencionado equipo checo). Argentina fue el primer campeón desde Brasil que jugó con un sistema diferente.

    Vavá a los 9 y 32 minutos del primer tiempo, Pelé a los 10 del segundo y Zagallo, cuando el tiempo estaba cumplido, anotaron los goles que le permitieron al equipo sudamericano ganar el primer mundial de su historia. El único jugador del cuadrado mágico que no anotó fue Garrincha, que años después sería la figura excluyente del Mundial de Chile en 1962 y que en medio de los festejos post final, no teniendo ni idea de lo que se había conseguido, se acercó al DT Feola y le preguntó: "¿Contra quién jugamos el próximo partido?"

    Cuatro años después el mismo Brasil no pudo escapar a la lógica del reposicionamiento táctico y sacrificó a los 4 delanteros parando al Lobo Zagallo como volante por izquierda. El Scratch no resignó potencia ni virtuosismo, y de la mano de Mané Garrincha, figura y goleador del torneo, lograría el bicampeonato.

    Hoy por hoy parece impensado que un equipo pudiera salir a la cancha a jugar como lo hizo aquel Brasil en el 58. El fútbol se ha vuelto mucho más fisico y el cuidado del propio arco, lo primordial. Se construye menos y se destruye mucho, pero, como todavía se necesitan goles para ganar, se apuesta a un contrataque certero o a una pelota parada. Se escuchan mucho las palabras compromiso, equilibrio y huevos, que parecen indultar a los equipos - o jugadores - que no pueden dar dos pases seguidos.

    El viejo fútbol ultraofensivo murió el 29 de junio de 1958, en silencio y bajo el delirio de la gente que recibía a la nación que luego se convertiría en la más ganadora de la historia de los mundiales. Hoy, de tanto en tanto, se puede ver su sombra en la desesperación de un DT que necesita un resultado, pero únicamente a partir de los 30 minutos del segundo tiempo. A nosotros nos quedará la imagen del triunfo de Brasil y de Vicente Feola, el entrenador que seguramente nunca escuchó hablar de equilibrio, pero su equipo ganó una final del mundo 5-2.

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