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martes, 20 de abril de 2010

Las ventajas de ser local

¿Tiene el país organizador de un Mundial algún tipo de ventaja solo por ser local? ¿Qué tan importante termina siendo este hecho y qué tan determinante puede ser para el resultado final? A 52 dias de una nueva Copa del Mundo, y con la certeza de que si Argentina pasa a octavos de final deberá cruzarse con los clasificados del Grupo A, donde se encuentra Sudáfrica, vale hacer un breve repaso por la historia de los Mundiales para tratar de darle alguna respuesta a estos interrogantes.

El formato de grupos para la primera ronda se utiliza en los mundiales desde Brasil 1950. Pasaron 60 años de esa Copa del Mundo, que terminó con el histórico Maracanazo y fue la primera que tuvo camisetas con números, pero existe un hecho que ha sido una constante a lo largo de todo ese tiempo: Desde que se instauró ese sistema, nunca un pais organizador se quedó afuera en la etapa inicial.

El primer equipo con poca tradición futbolística que tuvo un decoroso papel siendo organizador fue Suiza, en 1954 -Sin contar los mundiales organizados y ganados por Uruguay e Italia en 1930 y 1938 respectivamente, porque en esa época estos equipos eran potencia-. En la elección de Suiza habían pesado varios motivos que no tenían nada que ver con el juego, pero el principal fue que su economía había sido la menos afectada por la Segunda Guerra Mundial. Si bien 4 años antes, en Brasil, el conjunto europeo había terminado en el sexto puesto, nunca más tuvo una participación destacada en Copas del Mundo y tan sólo clasifico para 4 más. Sudafrica 2010 será el quinto Mundial que dispute la selección de los relojes desde el organizado en su territorio.

Luego del 54 llegaría el Mundial de Suecia y su recordada final contra Brasil, con triunfo del equipo sudamericano 5 a 2. El caso de Suecia en 1958 no es del todo sorpresivo porque en ese tiempo los nórdicos ya venían siendo protagonistas de los Mundiales anteriores. Sin embargo nunca más estuvieron en las grandes discusiones hasta 1994, en Estados Unidos.

Mas tarde, en el 62, sería Chile el organizador y alcanzaría un inédito tercer puesto, dejando en el camino a Alemania y a Italia, en un encuentro violentísimo en el que el conjunto azzurro terminó con 9 jugadores. El equipo trasandino perdió 4 a 2 en semifinales con Brasil y le ganó luego a Yugoslavia 1 a 0 en el partido por el tercer puesto. Esa fue la última vez, hasta la actualidad, que la Roja superó la décima ubicación en Copas del Mundo.

En esta misma síntonia podemos nombrar los casos de México en 1970, que finalizó cuarto, y en 1986, cuando terminó sexto; España, en 1982, que paso la fase de grupos y termino undécimo; EEUU, en 1994, que superó la primera etapa como uno de los mejores terceros o de Corea y Japón en 2002, que finalizaron cuarto y noveno respectivamente, con arbitrajes sumamente discutidos en los partidos del equipo coreano contra España e Italia. Lo cierto es que si se analiza la historia de los Mundiales, siempre se encontrará que el pais organizador tuvo una participación importante o superadora de las expectativas del universo futbolístico.


A este dato debemos sumarle que varias selecciones ganaron sus primeros mundiales siendo organizadores: Uruguay, en 1930, Italia, en 1934, Inglaterra, en 1966, Argentina, en 1978 y Francia, en 1998. El caso de ingleses y franceses es aún más llamativo porque nunca más volvieron a levantar una copa del mundo.
 
El próximo mundial tendrá la particularidad de ser el primero que se jugará en territorio africano, y por lo tanto, será fuertemente significativo para todo el continente. Un anuncio de esto pudo vislumbrarse en el video que se emitió en la ceremonia del sorteo, donde podía verse a un abuelo con sus nietos repasando la historia de los mundiales, nombrando tanto a los campeones como a los equipos africanos que participaron. Sin lugar a dudas, en Sudáfrica va a existir una suerte de identificacion continental, que se traducirá en ventas de entradas y apoyos mayoritarios a equipos africanos.

Es por eso que la Argentina seguramente vaya a encontrarse con una gran parte del público en contra en su debut ante Nigeria. Y es por eso también que no deberíamos tomar a la ligera el hecho de que el conjunto local pueda cruzarse con la selección de Maradona en octavos. En tiempos de especulaciones y primeros Prodes mundialistas, no subestimar a Sudáfrica podria sernos de gran ayuda.

martes, 13 de abril de 2010

Martin Palermo, el primer absuelto universal.



    Desde su debut en primera división, un 5 de julio de 1992, en un triste empate sin goles entre su Estudiantes y San Lorenzo, que la figura de Martín Palermo se asoció con dos adjetivos: "Burro" y "excéntrico". A lo largo de muchos años vivió a la sombra de estos dos conceptos que, en muchos sectores de nuestra sociedad futbolera, soslayaron su condición de goleador fenomenal o de líder positivo. Hoy, 13 de abril de 2010, un día después de que El Loco marcase el gol que le permitió convertirse en el máximo goleador de la historia de Boca Juniors, ya tenemos el título de la futura película sobre su vida: "Martin Palermo, el primer absuelto universal".

    Tardó casi un año en bautizarse en las redes de primera división. Lo logró un 22 de mayo de 1993, a los 20 minutos de un encuentro en el que Estudiantes venció 3 - 0 a San Martín de Tucumán. Justo contra el conjunto tucumano, al cual casi es transferido porque el DT del Pincha, un tal Miguel Angel Russo, no lo tendría en cuenta. Pero el actual técnico de Racing renunció, asumió El Profe Cordoba y Martín comenzó su escalada de éxito. No solo se teñia el pelo, salía en tapas de revistas caracterizado como Marilyn Monroe o se bajaba los pantalones en sus festejos. También hacía muchos goles. Y era una referencia inobjetable de su equipo.

    34 anotaciones en 90 partidos le valieron el interés de uno de los clubes más importantes del país: Boca Juniors; el set de la película. Pedido especialmente por Diego Maradona, que quemaba sus últimas naves en el club de la Ribera, llegaba con su fama de burro y excéntrico a cuestas. Un mix fatal en una sociedad que muchas veces no entiende que él siempre fue un jugador de rol; uno de los mejores en su puesto.

    Durante su primera etapa en el xeneize ganó todo lo que un jugador argentino no seleccionado puede ganar: Aperturas, Clausuras, Supercopas (y Mercosures), y la tan ansiada Copa Intercontinental en el año 2000, ante Real Madrid, con dos goles y el premio al MVP de la final incluido. Además fue pichichi del torneo Apertura 1998 con 20 goles en 19 partidos, transformándose así en el máximo goleador argentino en la historia de los torneos cortos. Sin embargo para el común de la gente seguía siendo un burro y un freak, alguien que nadie (excepto los hinchas de Boca, claro) querrían en su equipo.

    Para colmo abonaba esta visión social con una serie de situaciones insólitas que le dieron calificativo de "jugador milagrero": hizo un gol de penal con los dos pies, convirtió su gol número 100 en Boca con los ligamentos cruzados rotos, marró 3 penales en un partido del seleccionado argentino, hizo un gol colgado del travesaño y anotó días después de haber perdido a un hijo. Estos son solo algunos ejemplos, porque para reflejar por completo esta sucesión de hechos necesitaríamos muchísimas líneas. Y le quitaría el encanto a la película.

    No obstante, Palermo maduró, como se dice en algunos medios argentinos. Fue transferido a Europa, donde hizo su lógica experiencia jugando para Villarreal, Betis y Alavés, pero terminó regresando a Boca, o a la Argentina, su lugar en el mundo. Y a partir de este regreso comenzó a moldear su actual figura. Se alejó de las excentricidades y se revalidó como líder e ídolo de su club. Entendió su posición en la cancha y su rol, por lo que se convirtió en un jugador mucho más completo. Siguió marcando hitos, claro está, como el gol desde 60 metros a Independiente, pero también empezó a modificar todo un esquema de percepción social que lo rodeaba desde sus inicios.

    Fue goleador del Torneo Clausura 2007 y elegido por la FIFA como el mejor cabeceador del mundo en 2008. Mientras tanto se seguía acercando a los records en Boca de Pancho Varallo y Roberto Cherro. Ante la anemía en la red del seleccionado argentino Diego Maradona, aquel que lo había pedido en 1997, lo citó y nadie vio esto como descabellado. En la confusión luego de aquel tiro de Federico Insúa contra Perú, bajo la lluvia torrencial, más de uno imaginó la pierna de Palermo cruzándose y dándole a la Argentina el pasaje a Sudáfrica. Y eso fue lo que terminó pasando.

    Un día después de haber convertido su gol nro. 219, el que le permitió erigirse como el máximo goleador de la historia xeneize, ya nadie discute a Martín Palermo. No divide aguas y los pocos que aún se permiten dudar un mínimo sobre sus capacidades no brindan argumentos consistentes. Sus números apabullan y sus situaciones insólitas a esta altura ya no sorprenden a nadie.

    Será por eso que todos tomarán como algo natural cuando Diego Armando Maradona lo incluya en la lista de 23 jugadores que irán al Mundial de Sudáfrica. O serán varios los que comprarán una entrada para el estreno de la película sobre su vida, que bien podría llevar el mismo título que lleva esta nota.

lunes, 5 de abril de 2010

La muerte de los cuatro delanteros



    Si queremos hablar de fechas concretas podemos decir que el viejo fútbol ultraofensivo murió el 29 de junio de 1958. Se enfrentaban Brasil, guiado magistralmente por Pelé, un garoto de 17 años que sorprendía al mundo, con el local Suecia, y ambos equipos paraban en cancha a cuatro delanteros. La única diferencia era que Brasil planteaba un mediocampo con dos números cinco mientras que el equipo sueco jugaba con tres defensores y tres volantes. Los nombres propios de esa final que tuvo siete goles fueron Garrincha, Vavá, Pelé y Zagallo, por el lado del Scratch, y Skoglund, Liedholm, Simonsson y Hamrin, por el lado de los nórdicos.

    Nunca más los dos equipos que disputaron una final de un Mundial de fútbol jugaron con una disposición táctica similar (Checoslovaquia sí lo hizo en Chile ´62 pero Brasil no). Paulatinamente el 4-2-4 o el 3-3-4 dio paso al 4-3-3, el sistema que reinaría en las Copas del Mundo hasta que un tal Carlos Salvador Bilardo se hiciera cargo de la dirección técnica del seleccionado argentino. Desde esa recordada final entre Suecia y Brasil, y la de 1986, todos los campeones jugaron con el 4-3-3. Y todos los segundos también lo hicieron (con excepción del mencionado equipo checo). Argentina fue el primer campeón desde Brasil que jugó con un sistema diferente.

    Vavá a los 9 y 32 minutos del primer tiempo, Pelé a los 10 del segundo y Zagallo, cuando el tiempo estaba cumplido, anotaron los goles que le permitieron al equipo sudamericano ganar el primer mundial de su historia. El único jugador del cuadrado mágico que no anotó fue Garrincha, que años después sería la figura excluyente del Mundial de Chile en 1962 y que en medio de los festejos post final, no teniendo ni idea de lo que se había conseguido, se acercó al DT Feola y le preguntó: "¿Contra quién jugamos el próximo partido?"

    Cuatro años después el mismo Brasil no pudo escapar a la lógica del reposicionamiento táctico y sacrificó a los 4 delanteros parando al Lobo Zagallo como volante por izquierda. El Scratch no resignó potencia ni virtuosismo, y de la mano de Mané Garrincha, figura y goleador del torneo, lograría el bicampeonato.

    Hoy por hoy parece impensado que un equipo pudiera salir a la cancha a jugar como lo hizo aquel Brasil en el 58. El fútbol se ha vuelto mucho más fisico y el cuidado del propio arco, lo primordial. Se construye menos y se destruye mucho, pero, como todavía se necesitan goles para ganar, se apuesta a un contrataque certero o a una pelota parada. Se escuchan mucho las palabras compromiso, equilibrio y huevos, que parecen indultar a los equipos - o jugadores - que no pueden dar dos pases seguidos.

    El viejo fútbol ultraofensivo murió el 29 de junio de 1958, en silencio y bajo el delirio de la gente que recibía a la nación que luego se convertiría en la más ganadora de la historia de los mundiales. Hoy, de tanto en tanto, se puede ver su sombra en la desesperación de un DT que necesita un resultado, pero únicamente a partir de los 30 minutos del segundo tiempo. A nosotros nos quedará la imagen del triunfo de Brasil y de Vicente Feola, el entrenador que seguramente nunca escuchó hablar de equilibrio, pero su equipo ganó una final del mundo 5-2.