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lunes, 29 de marzo de 2010

El Tolo tiene la fórmula



    La comparación de este presente de Independiente con aquel equipo de 2002, que terminó coronándose campeón, parece ser una tentación inevitable. Elementos no faltan: el Rojo es puntero con el mismo DT, el mismo 9, un esquema similar y una ilusión que se sigue alimentando fecha a fecha conforme el equipo continua estirando su ventaja respecto de Godoy Cruz. Sin embargo este Independiente de hoy presenta importantes diferencias futbolisticas con aquel de 2002.

    Durante el correr de este torneo, el conjunto de Gallego fue superado en varias ocasiones por sus rivales y su arquero Adrián Gabbarini fue otras tantas veces la figura de un Independiente que, cuando está ganando, comienza a refugiarse atrás a partir de los 20 minutos del segundo tiempo. Su juego por momentos es vistoso y ofensivo pero tiende a apagarse cuando se encuentra en ventaja. Le cuesta defender con la pelota en su poder y a menudo el DT manda un claro mensaje defensivo con algunos cambios que realiza. ¿Es este Tolo el mismo técnico que en 2002 hizo que su equipo le metiera 6 goles a Chacarita y 8 a Colón, pero que en 2010 mereció perder ambos partidos?  La respuesta es sí, él es el mismo DT. El que cambió es el fútbol argentino y Américo Rubén parece haber entendido como sacarle el mayor provecho a esa diferencia.

    Hace 8 años Independiente fue campeón con 43 puntos por sobre Boca que cosechó 40. River fue tercero con 36, Velez quinto con 28, Racing sexto con la misma cantidad de puntos pero menor diferencia de gol y San Lorenzo noveno con 27. Es decir, todos los grandes + Colón y Chacarita (a los que el equipo de Gallego goleó) terminaron el campeonato entre los 10 primeros. ¿Saben que equipo fue anteultimo ese año? Estudiantes de la Plata, que perdió 12 de los 19 partidos jugados.

    Hoy la realidad es bien distinta. El nivel general del fútbol argentino ha caido dramáticamente. Boca, River, Racing y San Lorenzo se encuentran entre los 6 peores equipos de un torneo donde el inmediato perseguidor de Independiente es Godoy Cruz. Estudiantes, Banfield y Velez, los nuevos animadores de los últimos años, se ubican tercero, cuarto y quinto respectivamente, más allá de haber afrontado muchos encuentros con un equipo alternativo ya que apuntan sus cañones a la Copa Libertadores. Los clubes están quebrados y los planteles llenos de jugadores sub 21 o + 30, ya que la mayoría de la generación entre 22 y 29 emigra a Europa, donde se cobra en euros y no hay que enfrentarse con presiones y demás problemas que el fútbol vernáculo nos entrega fecha a fecha.

    En ese sentido el Tolo supo ser pragmático y acomodarse a las circunstancias de los nuevos tiempos, tanto a nivel club como a nivel general. Porque Independiente no es el mejor equipo de la Argentina más alla de ir puntero, pero sí es el más práctico. En 2002 el conjunto de Avellaneda tenía que ser muy bueno para arrebatarle el título al Boca del Maestro Tabárez o a River. Por eso se reforzó acorde a las necesidades. Se buscó la inversión de Daniel Grinbank y se armó un gran equipo porque había que ser el mejor.

    Hoy por hoy Gallego sabe que no necesita ser avasallador para cosechar resultados en este fútbol que no exige como exigía años atrás. Pega y se refugia. Y eso hasta ahora ha dado resultado porque el nivel es chato. Con un Boca más atento a solucionar sus problemas institucionales que a pelear el campeonato, un River tratando de renacer, un Racing intentando escaparle al descenso, un San Lorenzo en la transición post Tinelli - pre elecciones de diciembre y Estudiantes, Banfield, Velez y Lanús jugando la Copa, Galllego sabe que está frente a una oportunidad inmejorable. Por eso suma de a granitos para construir el castillo de arena.

martes, 23 de marzo de 2010

Simplemente especial



    "No me digan arrogante, pero soy campeón europeo y creo que soy especial". Así se definía, hace unos años, José Mourinho, el mejor técnico de Europa, con la naturalidad de quien dice una verdad que al resto de las personas les cuesta ver. Amado y odiado en porcentajes similares, el portugués dio un nuevo golpe al clasificar al Inter a cuartos de final de la Champions League, eliminando a su ex club, el Chelsea, en Stamford Bridge. El mismo lugar donde, en sus tiempos, el conjunto del todopoderoso magnate ruso Roman Abramovich solo había perdido un partido: contra el Barcelona y con 10 jugadores.

    Desafiante y confrontativo, Mourinho encontró la llave para construir una carrera sembrada de triunfos. No solo sabe de fútbol y te mata con el curriculum, sino que entiende casi a la perfección el ambiente que rodea a su profesión. No se enrrosca en el juego mediático que proponen los periodistas sino que lo juega con sus propias reglas, manejando estratégicamente sus declaraciones pero sin dejar de dar espectáculo para la venta del noticiero. "Soy arrogante porque en el mundo del fútbol es necesario serlo. No me gusta meterme con la gente, pero tampoco me gusta que se metan conmigo. Me gusta ir a lo mío y que los otros vayan a lo suyo. Si la gente te respeta por tu trabajo, tus ideas, por tu persona, entonces amor con amor se paga". Clarísimo.

    Su arrogancia es su estrategia. Es su forma de protejer a su tropa de todo lo que habitualmente convive con un equipo de fútbol profesional, y mucho más con uno ganador. "Una vez, cuando dirigía al Chelsea, mis jugadores me dijeron que mi forma de ser con los medios les había proporcionado una paz en el plano social que no recordaban y eso les permitió jugar con tranquilidad. Así que objetivo cumplido. Eso es lo que importa". Mourinho se juega su imagen en cada partido porque sabe que de esta forma sus jugadores se relajan y piensan solamente en lo que tienen que hacer adentro de la cancha. Total, la prensa está más atenta a las movidas del banco de suplentes. Podrá gustar o no gustar, pero para él las formas son parte de algo mucho mayor, que se sustenta con resultados desde hace 8 años.

    Ganó todo lo que se le cruzó por el camino: entre 2002 y 2004, con Porto, la Copa UEFA, la Champions League, dos veces la Liga de Portugal, dos veces la Supercopa de Portugal y una vez la Copa de Portugal. Con Chelsea fue bicampeón de la Premier, ganó dos veces la Carling Cup, y una vez la FA Cup y la Community Shield. Y con Inter la Supercopa de Italia, en 2008, y la Serie A en la temporada 2008/09.

    Defiende cuando hay que defender, pero es cultor del buen fútbol. Es jugadorista pero se jacta de ser el mejor estratega de Europa. Potenció a Maniche cuando estaba relegado en el Benfica, pidió a Wesley Sneijder cuando desde el Real Madrid lo liberaron y extrajo lo mejor de los 4 argentinos que militan en el Inter hasta el punto que hoy pocos en Europa puedan creer que ninguno es titular indiscutido en la selección argentina. Mientras tanto hace gestos a la cámara que lo enfoca durante los 90 minutos del partido y los usuarios de internet se deleitan con su célebre cachetada a Puyol, en la previa de un Chelsea - Barcelona. Las malas lenguas dicen que la relación del portugués con el club catalán quedó definitivamente rota luego de su paso como ayudante de campo de Robson y Louis Van Gaal.

    Polémico y provocador, Mourinho sigue haciendo la suya y cosechando resultados. Se sabe especial y no tiene reparos en hacerlo notar. Sin embargo, a no confundirse; este portugués de 47 años no solo es especial, sino que también es arrogante. Y lejos de ser una falla de su personalidad, esto constituye la clave de su éxito como entrenador.

lunes, 15 de marzo de 2010

No puede cocinar y servir...



  22 es el número mágico. No el de la cantidad de jugadores que ingresan a una cancha de futbol a jugar un partido. No. 22 es el número de goles a los que llegó Lionel Messi luego del hat-trick de ayer versus Valencia, con una brillante actuación incluida. 22 es también la cifra que lo deposita al tope de la tabla de goleadores de la Liga más importante del mundo, por sobre mounstruos del área como Gonzalo Higuain, David Villa, CR9 o Zlatan Ibrahimovic.

  ¿Cómo puede ser que un jugador que mide 1.70, acostumbrado a ir por afuera y no ser un clásico referente de area, sea el pichichi de España?, ¿Cuando hará un tercio de lo que hace en el Barca con la selección argentina? -se pregunta mucho argentino desde el facilismo que brinda la crítica-; ¿Habrá que quemar todos los libros o bien estamos ante una situación que merece un análisis muy puntual? Sin lugar a dudas me inclino por la segunda...

  No se puede hacer todo el gasto que implica cocinar una gran cena, para muchos invitados, y ser también el que prepare la mesa y sirva a los comensales: Se corre el riesgo de que alguna de estas cosas salga mal y una gran mancha de salsa termine en el vestido de la tía más arreglada para la ocasión.

  En el Barcelona Lionel Messi sirve lo que cocinan otros. Y lo hace con una maestría tal que opaca al crack que es Zlatan Ibrahimovic, al que presidente Joan Laporta trajo especialmente porque su principal trabajo siempre fue el de "servir". Esos grandes banquetes a los que la Pulga les pone su firma son producidos metros más atrás por Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Sergio Busquets, Dani Alves y Thierry Henry, quienes conforman la cocina más aceitada que el fútbol mundial haya visto en mucho tiempo. Los papeles están correctamente delimitados y los platos, por ende, salen deliciosos.

  Con la ida de Juan Román Riquelme la selección argentina perdió al jefe de sus cocineros, porque desde que llegó al restaurant, el nuevo dueño se propuso modificar el armado de la carta. Con el actual esquema de doble 5 y carrileros con mucha llegada, se perdió en elaboración y hoy las comidas son despachadas de forma más rápida. De esta manera se trastoca toda la dinámica de producción y genera que el resultado sea claramente distinto. En ese sentido también se ha confundido el papel de Messi: se busca que sea él quien bata los huevos y pele las verduras, pero también se quiere que presente el plato y sea el último eslabon de la cadena. Todo no se puede.

  El Messi versión Barcelona juega como juega simplemente porque tiene un rol delimitado y especifico dentro de un esquema que le reserva un lugar cerca del final. Lionel corona -con su clase tan característica- el fútbol que genera todo el equipo hasta los metros que preceden al area grande del conjunto rival. El mejor Messi es el que hace eso y no el que retrocede hasta la mitad de la cancha a buscar el balón.

  La respuesta tan simple, pero a la vez tan buscada, es que para que el camarero sea la estrella, la cocina debe funcionar como una orquesta. De esta manera sólo deberá sonreirle a los clientes con la seguridad de quien sabe que no tendrá ningún reclamo. Como en el Barcelona, el restaurant donde Lionel Messi se siente a gusto y puede brillar.