Desde su debut en primera división, un 5 de julio de 1992, en un triste empate sin goles entre su Estudiantes y San Lorenzo, que
la figura de Martín Palermo se asoció con dos adjetivos: "Burro" y "excéntrico". A lo largo de muchos años vivió a la sombra de estos dos conceptos que, en muchos sectores de nuestra sociedad futbolera, soslayaron su condición de goleador fenomenal o de líder positivo. Hoy, 13 de abril de 2010, un día después de que El Loco marcase el gol que le permitió convertirse en el máximo goleador de la historia de Boca Juniors, ya tenemos el título de la futura película sobre su vida:
"Martin Palermo, el primer absuelto universal".
Tardó casi un año en bautizarse en las redes de primera división. Lo logró un 22 de mayo de 1993, a los 20 minutos de un encuentro en el que Estudiantes venció 3 - 0 a San Martín de Tucumán. Justo contra el conjunto tucumano, al cual casi es transferido porque el DT del Pincha, un tal Miguel Angel Russo, no lo tendría en cuenta. Pero el actual técnico de Racing renunció, asumió
El Profe Cordoba y Martín comenzó su escalada de éxito. No solo se teñia el pelo, salía en tapas de revistas caracterizado como Marilyn Monroe o se bajaba los pantalones en sus festejos. También hacía muchos goles. Y era una referencia inobjetable de su equipo.
3
4 anotaciones en 90 partidos le valieron el interés de uno de los clubes más importantes del país: Boca Juniors; el set de la película. Pedido especialmente por Diego Maradona, que quemaba sus últimas naves en el club de la Ribera, llegaba con su fama de burro y excéntrico a cuestas. Un mix fatal en una sociedad que muchas veces no entiende que él siempre fue un jugador de rol; uno de los mejores en su puesto.
Durante su primera etapa en el xeneize
ganó todo lo que un jugador argentino no seleccionado puede ganar: Aperturas, Clausuras, Supercopas (y Mercosures), y la tan ansiada Copa Intercontinental en el año 2000, ante Real Madrid, con dos goles y el premio al MVP de la final incluido. Además fue
pichichi del torneo Apertura 1998 con 20 goles en 19 partidos, transformándose así en el máximo goleador argentino en la historia de los torneos cortos.
Sin embargo para el común de la gente seguía siendo un burro y un freak, alguien que nadie (excepto los hinchas de Boca, claro) querrían en su equipo.
Para colmo abonaba esta visión social con una serie de situaciones insólitas que le dieron calificativo de "jugador milagrero":
hizo un gol de penal con los dos pies, convirtió su gol número 100 en Boca con los ligamentos cruzados rotos, marró 3 penales en un partido del seleccionado argentino, hizo un gol colgado del travesaño y anotó días después de haber perdido a un hijo. Estos son solo algunos ejemplos, porque para reflejar por completo esta sucesión de hechos necesitaríamos muchísimas líneas. Y le quitaría el encanto a la película.
No obstante,
Palermo maduró, como se dice en algunos medios argentinos. Fue transferido a Europa, donde hizo su lógica experiencia jugando para Villarreal, Betis y Alavés, pero terminó regresando a Boca, o a la Argentina, su lugar en el mundo. Y a partir de este regreso comenzó a moldear su actual figura.
Se alejó de las excentricidades y se revalidó como líder e ídolo de su club. Entendió su posición en la cancha y su rol, por lo que se convirtió en un jugador mucho más completo. Siguió marcando hitos, claro está, como el gol desde 60 metros a Independiente, pero también empezó a modificar todo un esquema de percepción social que lo rodeaba desde sus inicios.
Fue goleador del Torneo Clausura 2007 y elegido por la FIFA como el mejor cabeceador del mundo en 2008. Mientras tanto se seguía acercando a los records en Boca de Pancho Varallo y Roberto Cherro. Ante la anemía en la red del seleccionado argentino Diego Maradona, aquel que lo había pedido en 1997, lo citó y nadie vio esto como descabellado. En la confusión luego de aquel tiro de Federico Insúa contra Perú, bajo la lluvia torrencial, más de uno imaginó la pierna de Palermo cruzándose y dándole a la Argentina el pasaje a Sudáfrica. Y eso fue lo que terminó pasando.
Un día después de haber convertido su gol nro. 219, el que le permitió erigirse como el máximo goleador de la historia xeneize,
ya nadie discute a Martín Palermo. No divide aguas y los pocos que aún se permiten dudar un mínimo sobre sus capacidades no brindan argumentos consistentes. Sus números apabullan y sus situaciones insólitas a esta altura ya no sorprenden a nadie.
Será por eso que todos tomarán como algo natural cuando Diego Armando Maradona lo incluya en la lista de 23 jugadores que irán al Mundial de Sudáfrica. O serán varios los que comprarán una entrada para el estreno de la película sobre su vida, que bien podría llevar el mismo título que lleva esta nota.